25 de marzo de 2015

Educación y participación: reflexión del Seminario Freiriano

¿Qué estás haciendo tú como estudiante en la universidad? ¿Qué tipo de educación queremos? La educación en valores debe contribuir a formar ciudadanos (hombres y mujeres), capacitados para convivir en sociedades abiertas y pluralistas, basadas en la tolerancia y en percibir la diversidad como una riqueza que contribuye a la mejora de la sociedad.

Podemos entender la participación como la capacidad que desarrollan los ciudadanos y las ciudadanas para involucrarse en los asuntos públicos y participar en la toma de decisiones y en el diseño de políticas que afectan a sus vidas.

Pero: ¿Qué ciudadanos persigue nuestra sociedad? ¿ Con que finalidad se educa? ¿Qué tipo de participación fomenta nuestra educación, se trata de una participación cooperativa, dirigida hacia el bien común, o es una participación productiva? ¿Existe una participación ciudadana real? ¿Se educa a los ciudadanos para una ciudadanía libre y plena? ¿Está la educación al servicio de la construcción de sociedades democráticas en las que el ciudadano es el centro, “el interés”? o ¿Es la educación la que está al servicio de intereses políticos, económicos o de otra índole, de sociedades neoliberales como la nuestra? La participación es un proceso de gran complejidad que responde a una gran diversidad de factores, que tienen relación con las condiciones de partida de la ciudadanía, la cultura y el contexto que nos rodea.

Como exponen López y De la Caba (2012): “No podemos olvidar que los procesos de participación pueden estar orientados exclusivamente desde un espíritu individual y una interacción competitiva o, por el contrario, pueden estar estructurados en torno a procesos de interacción cooperativos, cuyo objetivo es el bien común, la mejora de la convivencia y la construcción de proyectos sociales o de conocimientos compartidos.”

La concepción liberal de la ciudadanía, que podríamos llamar “pasiva”, ha provocado que el ciudadano se piense a sí mismo como un cliente que recibe del Estado determinados servicios y, a cambio, apoya y legitima con su voto al poder que desarrolla las políticas sociales.” López y de la Caba (2012)

“Una sociedad ignorante es una sociedad fácilmente manipulable, con pocas posibilidades de elegir de forma responsable. Por eso la escuela podría realizar una contribución importante al funcionamiento democrático de una sociedad no sólo elevando el nivel de instrucción de los individuos, sino también preparándoles para participar activamente en una vida democrática” Deval, (2012).

Consideramos, que la educación debería contemplar la diversidad de realidades con las que nos encontramos hoy, y tendría que dar a la ciudadanía elementos para la construcción de otro tipo de sociedades, que desde la libertad, el respeto y la tolerancia, permitan corregir los desequilibrios existentes. En las escuelas se debería promover el aprendizaje para la participación de la ciudadanía, el ejercicio de la misma, reforzando así el papel de ciudadanía activa.

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