Un vehículo para la intervención socioeducativa
Las
actividades o las producciones artísticas son una fuente de recursos idónea
para trabajar con jóvenes y en cualquier ámbito de la educación. Así lo
reflejaban todos los textos que trabajamos de manera dialógica en la sesión del
día 28 de Abril. Textos como el de José Mª Barragán i Ascensió Moreno,
Experiencia artística y producción cultural, ámbitos para la intervención
socioeducativa, que nos acercaba a un modelo de educación artística y producción
cultural contextualista como el más adecuado para la intervenir en la educación
no formal. Una corriente que pretende la mejora de la situación individual como
también de la grupal y través de talleres donde trabajar los valores, mejorar
la comunicación y la escucha o generar cohesión y sentimiento de pertinencia.
Este
texto nos invita a utilizar el arte como elemento para la recuperación social,
para desarrollar la subjetividad personal y la identidad o para exaltar la
diversidad cultural. La experiencia artística permite agudizar los sentidos,
despertar nuevas sensibilidades o catalizar la experimentación. La producción
cultural permite examinar, cuestionar o comprender la realidad. Así pues genera
conocimiento, induce a la necesidad de construir criterios para evaluar dicho
conocimiento. En ese camino a la dotación de sentido actúan elementos simbólicos,
imágenes, que deben ser interpretadas, tanto a nivel individual como a través
del trabajo colaborativo, de compartir significados.
Se
trata de educar para comprender la cultura visual y dar espacio a la crítica de
esas producciones culturales. De elaborar proyectos socioeducativos que incorporen el arte y la cultura,
desarrollando aprendizajes individuales, grupales y comunitarios desde el arte
y la acción social. Proyectos que deben nacer desde y con la comunidad,
integrados como parte de un proceso educativo donde los protagonistas sean la
propia ciudadanía y haciendo cómplices a los gobiernos y a las instituciones a
favor de esta herramienta tan valiosa que es el arte como fomento del
desarrollo cultural comunitario.
Y
en cualquier ámbito y cualquier colectivo, desde la escuela, los centros de día,
los centros penitenciarios, las residencias para las personas mayores, los
centros de salud mental o asociaciones de vecinos, desde todos ellos se puede
trabajar la transformación social y la personal con las actividades culturales
y arte como eje vertebrador. En aras a despertar capacidades individuales como
la creatividad, la reflexión o la confianza pero también a nivel de grupo como
la cohesión, la comunicación o la cooperación y aprovechando los distintos
lenguajes artísticos como el arte visual, las letras, la danza o el teatro.
Teatro
en todas sus dimensiones (para el desarrollo, aplicado, comunitario, del
oprimido, social, animación teatral...)
que constituye una experiencia práctica al servicio del crecimiento y
desarrollo personal así como del comunitario. Así Boal propone el Teatro del
Oprimido con el objetivo de comprender diferentes problemáticas (sociales o
personales) desde su interpretación y la reflexión junto con la búsqueda de
alternativas por parte del grupo.
Como pudimos comprobar en nuestra experiencia
particular es un ejercicio que permite conocer diferentes perspectivas y
aprender de ello y con el grupo, que permite trabajar la comunicación o
estimular al grupo pero que también supone mirarse a unx mismx, lo que puede
provocar un desborde de emociones, por ello se requiere cierta formación
profesional o experiencia en terapia, dado que estas dramatizaciones despiertan
reacciones y emociones.
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